Los sueños de un abuelo
Un buen hombre tenía un hijo. Con gran ilusión le dio la mejor formación académica que le permitían sus escasos recursos económicos.
Cuando el hijo logró un buen puesto de trabajo, el nivel de posibilidades de la familia cambió enormemente. Se casó y tuvo también un niño.
El abuelo soñaba con dar a su nieto la formación que no había podido dar a su hijo. Todo le parecía poco para el pequeño. Lo más grande que él conocía y admiraba era “ministro de marina”. Y aun eso se le quedaba corto. Su nieto podía ser “más que el que más”.
Empezó el muchacho los estudios. Con ellos empezaron sus fracasos. Y, el que iba para “ministro o más de marina”, se quedó en la marina mercante, pero de engrasador de máquinas.
La decepción y el dolor del abuelo, creo, le empujaron a la tumba.
Sigue un comentario a la anécdota de los sueños del abuelo…
El corazón de Dios es más grande que el de todos los abuelos juntos. No es difícil imaginar a Dios soñando cosas grandes para ti y para mí, para cada uno de sus hijos.
Tampoco es difícil imaginar el “dolor” del Señor al ver nuestros regateos y tacañerías.
Nada desagradaría a Dios si no nos perjudicase a nosotros. A nosotros; no a Él. A El nada ni nadie es capaz de perjudicarle.
Agustín Filgueiras Pita. Sacerdote