El 1o. de diciembre vi en sueños un gran rebaño de corderos y ovejas que representaban a muchos que trabajaban en nuestra comunidad. Me acerqué para saludarlos pero me di cuenta de que esa piel de cordero era una especie de cobertura o disfraz que ocultaba a unos tigres, leones, perros rabiosos, cerdos, panteras y osos, y que cada uno tenía junto a sí a un monstruo infernal.
Un grupo de aquellos monstruos infernales estaba tramando un plan contra nuestra Congregación y decían: – ¡A los salesianos hay que acabarlos, hay que exterminarlos! En ese momento me vieron allí cerca y se lanzaron contra mí para destrozarme. Yo grite pidiendo auxilio y entonces el secretario Padre Viglietti entró en mi habitación y me encontró sentado en la cama, muy angustiado y muy cansado.
Sobre ese grupo de disfrazados de corderos vi un letrero que decía: “Se han hecho semejantes a las bestias”.
(Y al decir estás últimas palabras, el Santo inclinó la cabeza y lloró). Su secretario el Padre Viglietti le dijo: – Padre amado: nosotros le seremos siempre fieles. No seremos fieras disfrazados de corderos.
Don Bosco añadió: – En estos sueños vi también que dos de los nuestros no celebrarán este año la Navidad en esta tierra. (Y en efecto, en ese diciembre murieron allí en la casa salesiana Antonio Guarino y Esteban Pisano).
– Ah, si yo pudiera ir a las casas salesianas y decirles a los que están en pecado: ¿Por qué no confesarse? ¿Por qué no hacer las paces con Dios? ¿Por qué no obtener el perdón de Nuestro Señor? Ah, si pudiera ir donde cada uno y decirle: ¡Rompa ese hielo que tiene para con Dios. Arregle las cuentas de su alma! En este sueño vi también a muchos que se harán religiosos, pero luego se retiraran porque amaran más al mundo que la santidad. Y vi quiénes sí cumplen los reglamentos de nuestra comunidad, y quienes no los cumplen.