“Rezar el Rosario significa lo siguiente: deponer el activismo y relajar el pensamiento imaginativo, de manera que, acomodándonos quieta y serenamente a la cadencia de las palabras, concuerde y nos resuene el corazón en armonía con ellas, y nos sintamos suavemente reducidos al silencio, contentos y mejorados”.

(Card. Ratzinger, “De la mano de Cristo”)