Dante no es un converso pero traza el recorrido de la verdadera conversión, desde el mal y sus consecuencias hasta la Purificación en el Purgatorio, como preparación de la bienaventuranza celestial, en compañía de los ángeles y santos, rodeando a la Virgen María y a la Trinidad, el misterio incomprensible de Dios, al que veremos tal cual es.
Dante es un poeta que trasciende su época, sale del contexto del cambio del siglo XIII al siglo XIV, a pesar de su exilio de su Florencia amada, los últimos veinte años de su vida. La Divina Comedia es una búsqueda del poeta hacia el encuentro de su amor idealizado, Beatriz. Todo un símbolo porque Dante siempre va acompañado de Virgilio en este viaje, Virgilio, considerado el poeta más grande y conocido de la historia (Jenkyns, Richard, El legado de Roma, ed.
No entraremos en un análisis histórico ni literario, ni en su aspecto formal, solo nos interesa el contenido, el mensaje lleno de enseñanzas, un mensaje teológico y religioso, hasta el último verso, testimonio palpable de la obra literaria como vehículo doctrinal.
Dante fue un gran pensador que expresó el amor intelectual, como en la «Vita Nuova», y su preocupación por la reforma de la Iglesia, y su claro sentido de la justicia. Conocedor de los clásicos y de los escritos de su época, tuvo la genial idea de componer un poema sobre Florencia, para sacarla de la corrupción y de la ambición política con la ayuda de Dios, porque la Divina Comedia es un canto al amor divino, a la misericordia del Creador, rodeado de los bienaventurados, siguiendo aquella hermosa visión del Apocalipsis de San Juan.
En esencia es la historia del mundo, con sus vicios y virtudes personalizados en individuos concretos; es una historia hacia la salvación, un poema sacro convertido en un tratado doctrinal completo porque está inspirado en textos bíblicos y en una gran formación intelectual y religiosa de su creador, Dante. Se trata de una obra teológica, llena de elementos bíblicos que buscan relacionar el mundo clásico y el mundo cristiano, que asume lo clásico y lo completa, le da un sentido nuevo. Es un texto original con algunos breves precedentes en la Eneida, en Cicerón y en San Pablo. No se narra, se incluye al lector como protagonista, con un objetivo claramente doctrinal.
Dante nos dice que se ha perdido en una selva oscura, para algunos el pecado, el mal, esa situación anterior a la conversión y a la purificación en la vida de la gracia. Dante se purifica y acaba meditando en silencio, en la plena contemplación del Paraíso. Dante buscaba la felicidad desde la finitud, y fue ascendiendo en una carrera de obstáculos hasta llegar a lo más alto, el Paraíso. La Divina Comedia es un poema trinitario que comienza con una visión del cosmos dominado por el mal, pero con la esperanza de «la luz que brilla en las tinieblas» como nos dice San Juan, En Dante, todo es jerárquico, simbólico, con la cruz como elemento permanente, como dolor humano y moral y como signo de purificación definitiva.
El Infierno es la desesperación por la ausencia eterna de Dios, es la morada del desamor, la negación de toda esperanza «perded toda esperanza los que aquí entráis» es el mensaje aterrador, definitivo, de los sin Dios. El Purgatorio es una montaña en la que se intuye la misericordia, con un ángel que la representa. Es el sufrimiento mitigado por la esperanza. En lo más alto está el Paraíso terrenal, aquel lugar perdido con el primer pecado; por eso, el Purgatorio es la antesala del Paraíso definitivo en el que espera Beatriz, y en donde Virgilio, poeta anterior al cristianismo, no puede entrar. Por fin, el Paraíso, la visión beatifica de los bienaventurados, los que «verán a Dios cara a cara»; allí ya no hay esperanza, sino la realidad de Dios en plenitud.
Dante conocía la teología, fue contemporáneo y algo posterior a Santo Tomás de Aquino. También conoció la obra de Santo Domingo, de San Francisco de Asís y de san Buenaventura. Dante habla en boca de Beatriz pero con la doctrina de Santo Tomás de Aquino, habla del misterio de la Trinidad, del cuerpo glorioso después de la muerte corporal; habla de la sabiduría de Salomón, de pensadores anteriores al siglo XIII, y sirve de inspiración de muchos artistas posteriores, como Botticelli, Giovanni di Paolo, William Blake y Gustavo Doré, que se inspiraron en la Divina Comedia para recrear escenas y situaciones en dibujos y grabados de gran finura y elegancia.
Dante demostró la actualidad de su mensaje, las dudas y certezas de la vida cotidiana, la necesidad de la conversión-purificación, ese peregrinar hacia el Padre, ese «cielo nuevo» y esa «tierra nueva» de San Juan, la verdadera conversión. Dante tiene una ventaja sobre San Agustín, Shakespeare y otros autores, porque la Divina Comedia es un viaje fascinante que absorbe, que transporta al más allá de la muerte, del infierno al purgatorio, y por fin, al paraíso. Pecadores esperando la purificación, entramos de la mano de Dante como él hizo con su amor idealizado, Beatriz, y nos dejamos transportar hasta la visión celestial de San Juan, hasta el trono de la Trinidad cristiana. No hay que moverse, hay que leer y meditar ese trayecto de la vida mortal a la vida eterna.
Es un viaje con Dante, nuestro viaje personal, elaborado con una gran belleza, una lectura y una reflexión obligada después de la Biblia y de San Agustín, una obra para lograr la paz espiritual, para recuperar la esperanza, lectura obligada para el creyente, porque muchas obras nos acercan al mundo y lo desmenuzan, pero sólo Dante ha viajado hasta lo más alto después de haber afrontado con gran valentía el infierno y el purgatorio, las miserias humanas, el dolor físico y moral.
Es un poema de eternidad, de búsqueda permanente, de mirada hacia la luz, de esfuerzo hacia las alturas, de elevación personal y de verdadera purificación.
(Gustave Thibon, Nuestra mirada ciega ante la luz, Rialp, Madrid, 1963). Es el camino de la conversión espiritual hecha poesía, el camino de Dante muy parecido al nuestro. Dante buscaba la perfección cristiana, en definitiva, la santidad, a la que todos estamos llamados. Trazaba el camino hacia la salvación, con la ayuda de la gracia, por eso conmueve a los creyentes y agrada a los no creyentes que sólo en la poesía encuentran una parte de la belleza espiritual y se quedan a medio comprender el misterio de lo sagrado porque les falta ese afán de eternidad para gozar plenamente del poema y de su canto a la creación (Dante Alighieri, Divina Comedia, versión en catalán, con traducción y comentarios de Josep Mª de Sagarra, ed. 62, Barcelona, 2ª ed. 1997. La primera traducción se realizó entre 1947 y 1952, con varias ediciones posteriores).