Hay que usar la metáfora
Hay ocasiones en que uno se sienta para escuchar la homilía y presencia un fenómeno automático y fortuito: la desconexión cerebral de un gran porcentaje de los presentes en esa misa. Se están perdiendo la única ocasión que quizás tienen de alimentar esa semana su alma con una explicación de la palabra de Dios.
Ya nos ofreció Cristo mismo la solución: Él, que es modelo en todo, siempre hablaba usando cuentos, comparaciones, metáforas, parábolas… Y atraía la atención del público: les hacía conectar. Pero nunca se ha reportado que abusó de la paciencia del auditorio.
He aquí un ejemplo:
– ¿Nunca te ha pasado que quieres con todas tus ganas arreglar algo, pero no te atreves ni a acercarte porque te avergüenzas de haberlo estropeado y temes empeorarlo aún más y sentirte todavía peor?
Continúa la aportación…
– No sé…¿cómo cuando intentas cortarte el pelo tú sola y haces un estropicio?
– No, yo me refería a algo entre personas.
– ¿Te acuerdas cuándo en el colegio te explicaron las metáforas?
– Sí…
– Pues que el pelo crece, pero necesita su tiempo.
Extraído de aquí