San Marcos era otro de los Santos a los que se pedía agua. Cuando comenzaban a caer las primeras gotas, si se pensaba que no llovería suficiente, los niños cantaban:
Agua, San Marcos,
rey de los charcos,
para mi triguito,
que ya está florido;
para mi sandía,
que ya está florida;
para mi melón,
que ya tiene flor.