“En las personas que han tenido una larga vida de oración, se puede apreciar una especial facilidad de atención, de presencia, de escucha, de disponibilidad de la que no son con frecuencia capaces las personas que han sido absorbidas toda su vida por la actividad. De la oración nace una delicadeza, un respeto, una atención, que es un precioso regalo para los que encontramos en nuestro camino”.