Al torero Luis Miguel Encabo una tarde, al salir de la capilla de la plaza de las Ventas, le preguntaron qué era lo que pedía a Dios en esos momentos:
“Que pase lo que pase, sepa recibirlo”.
Al torero Luis Miguel Encabo una tarde, al salir de la capilla de la plaza de las Ventas, le preguntaron qué era lo que pedía a Dios en esos momentos:
“Que pase lo que pase, sepa recibirlo”.