Nos toca descubrir los suyos, para adoptarlos.
Dios nos va abriendo caminos que son los que acabamos tomando:
son los que tiene previstos.
Cualquier otra decisión, nos lleva como mucho a la marcha atrás.
Y para ello Dios nos aconsejará a través de la conciencia (o una lectura,
o el consejo de un amigo, o familiar, o desconocido)… los caminos de Dios son infinitos…
Si no hacemos caso nos mandará emisarios más directos. Sus altavoces son el dolor, la enfermedad, el sufrimiento.
Nunca fuerza nuestra libertad, pero sí se hace suficientemente presente.
En la anécdota de hoy vemos un claro ejemplo…
DIOS ENTRE LAS BOMBAS
» Yo no sé si Tú, Dios, estrechas mi mano, pero, voy a explicarte y comprenderás… Es bien curioso: en este horrible infierno he encontrado la luz para mirar tu faz. Después de esto, mucho qué decirte no tengo. Tan sólo me alegro de haberte conocido…
» ¡La señal…! Bueno, Dios, ya debo irme… Me he enamorado de ti… Aún quería decirte que, como Tú sabes, habrá lucha cruenta… Y quizá esta misma noche llamaré a tu puerta. Aunque no hemos sido nunca amigos, ¿me dejarás entrar, si hasta ti llego?
» Pero… ¡si estoy llorando! ¿Ves, Dios mío? Se me ocurre que ya no soy tan impío… Bueno, Dios, debo irme. ¡Buena suerte! Es raro, pero ya no temo a la muerte » .
(Carta encontrada en el bolsillo de un soldado americano destrozado por una granada durante la 2ª Guerra Mundial).