Señor, creo, pero auméntame la fe.
Esa fue la petición de Pedro. Esa es la nuestra a veces, cuando nuestra fe flaquea. Hay otras, cuando toca, que debemos «dar el cayo». Es entonces cuando hay que aguantar contra viento y marea: es cuestión de estar seguros, es cuestión de fe… Y Dios ayuda.
Y para eso valemos, gracias a Dios, más que nadie. Eso lo saben todos, comenzando por nuestros adversarios (entre los que había también católicos, equivocados de ejército)…
He aquí una suculenta anécdota de Payne, de la Guerra Civil Española…
Fe, religión, lucha
La defensa del Alcázar fue el más famoso de los numerosos cercos en los que los nacionales resistieron a las tropas republicanas con toda su tenacidad, aunque existen otros ejemplos, como el del cuartel de Simancas en Gijón, que duró un mes, la exitosa defensa, durante un año, de Oviedo, o el sitio al que el santuario de la Cabeza estuvo sometido durante nueve meses y en el que 250 guardias civiles sufrieron un 80 por cien de bajas antes de rendirse. También Huesca y Teruel sufrieron un cerco parcial durante más de un año.
Los nacionales, mucho más que las fuerzas republicanas, tenían una extraordinaria habilidad para soportar con tesón tales situaciones debido no sólo a la profesionalidad de las tropas, el liderazgo militar y policial y la disciplina, sino también su fe religiosa. Como afirmó, lamentándose, el líder anarquista García Oliver: Se está dando un fenómeno en esta guerra, y es que los fascistas cuando los atacan en las ciudades aguantan mucho, y los nuestros no aguantan nada; ellos cercan una pequeña ciudad, y al cabo de dos días está tomada. La cercamos nosotros y nos pasamos allí toda la vida.