Lección para toda una vida
Hay un día en que viene el otoño de nuestra vida y todo son hojas caídas a nuestro alrededor. Ese día quizá nos da por mirar el fondo del envase y ver con horror que se acerca nuestra fecha de caducidad. De hecho comprobamos que sí tenemos fecha de caducidad, cosa que nunca habíamos pensado en serio. Para los que no tienen fe ese es un momento dramático, depresivo. El del tiro. Para los que tenemos la suertaza de querer y sentirnos queridos por Dios.
Ese es el momento sublime de sopesar nuestros talentos y de mirar al tendido: esa va por ti… Y de pensar y hacer con lo que nos quede todo el bien que podamos.
Hoy presentamos en Anecdonet la historia de Randy Pausch, un catedrático de 46 años, que de la noche a la mañana comprendió que se moría. Y dio su última lección magistral. No es un paño de lágrimas. Es una clase llena de optimismo, con vídeo incluido. Pero, quizás te emocione.
Continuar con la historia…
“Mi padre solía decir que si hay un elefante en la habitación, hay que presentarlo. Pues bien, si pueden ver mis radiografías, tengo 10 tumores en el páncreas”. Randy Pausch, un especialista en realidad virtual de 46 años y prestigioso profesor de la universidad norteamericana de Carnegie Mellon, comenzaba así, a mediados de septiembre, su última lección magistral (ver vídeo) ante un auditorio de 400 espectadores que, antes de que abriese la boca, le recibieron con una fuerte ovación. “Dejad que me lo gane”, pidió con una sonrisa. Era su despedida ante sus alumnos y sus compañeros de facultad. Los médicos no le dan más de cinco o seis meses de vida. Pero para los que esperasen oír un discurso de autocompasión o malhumorado, el propio Pausch, padre de tres hijos, les dijo que sentía “decepcionarles” y acto seguido, comenzó a hacer flexiones en el suelo. “Me encuentro en un fenomenal estado de salud”, añadió después.
Y es que su discurso, una suerte de testamento, grabado y reproducido por la Red, ha dado ya la vuelta al mundo y ha copado la atención de los más prestigiosos periódicos norteamericanos. “Mi madre me suele presentar así: Es mi hijo, es doctor, pero no de los que ayudan a la gente”. Pues bien, una cascada de cartas de lectores y espectadores han llegado a los medios de comunicación con homenajes como “usted es el tipo de doctor que ayuda a la gente”.
Repasando sus fotografías de infancia, Randy habló de la vida y de cómo lograr hacer realidad los sueños y, lo que es más importante, cómo ayudar a otros a realizar los suyos: “Algo que es incluso más divertido”. Todo un showman, el profesor hiló su intervención con un montón de frases irónicas: “No vamos a hablar sobre espiritualidad o religión, aunque les diré que ayer experimenté una conversión en mi lecho de muerte: he comprado un Macintosh”.
Entre sus sueños citó, por ejemplo, “experimentar la gravedad cero”, “ser diseñador de Disney”, “jugar en la NFL” o escribir un artículo en la World Book Enciclopedia. El primero de ellos no lo logró a la primera, pues la NASA no lo aceptó para participar en un experimento. Pero Pausch no se dio por vencido y consiguió experimentar la falta de gravedad con un vuelo parabólico. Conclusión: “Los muros contra los que chocamos están ahí por una razón. No para disuadirnos, sino para darnos la oportunidad de demostrar cuánto queremos algo. Los muros están para detener a quienes no quieren algo lo suficiente”. “Todo se reduce a los pilares. Hay que tener buenos fundamentos porque si no, lo demás no funciona”, añadió en otro momento de su lección magistral.
Legado profesional
Randy Pauch logró triunfar siendo muy joven. Está considerado como uno de los líderes de la tecnología virtual y de los videojuegos. Su proyecto más aplaudido se llama Alice y es un programa que permite a cualquier persona crear animaciones en 3D con gran facilidad. “Al igual que Moisés, he llegado a ver la Tierra Prometida, pero no llegaré a pisarla. Está bien. Continuaré viviendo en Alice”.
Acto seguido, encomendó a sus alumnos y a las futuras generaciones que diseñen videojuegos sin sexo y sin violencia. “¡Cuántos chavales de 19 años se quedan en blanco si les quitas esas dos posibilidades!”.
Finalmente, el profesor Pausch admitió que preparó esa lección magistral solo para grabarla y poder dejársela a Dylan, Logan y Chloe, sus tres hijos de 5, 2 y 1 año. De hecho, ha ido más allá y ha pedido a la universidad que no haga copyright y que permita así que sus palabras puedan ser escuchadas por todo aquel que lo desee.
Extraído de aquí.