Las debilidades de «los buenos»
Le decía a Don Manuel, cura insigne, aquella viejeciiiiiita con vooooz cascaaaada:
– Don Manueeeel: cooomo sufriiimos los bueeenos….
Los sacramentos nos transforman lentamente. El resto lo hace Dios (sus gracias operativas) y nuestra lucha.
Y esa transformación es necesaria para aquellos a quienes predicamos: si somos portadores de Jesucristo (ya no «porteadores») debemos dar buen ejemplo siempre (también en el auto, en el deporte…)
Sigue una anécdota de la vida misma, ejemplo al respecto…
Una madre llega de un retiro, con un par de buenos propósitos y una sonrisa. Le saluda su hijo mayor de ocho años.
– Mamá ¿qué te pasa que estás tan contenta?
La madre, dispuesta a dar una pequeña lección a su hijo, le dice la verdad:
– es que vengo de confesarme, y cuando uno se confiesa está mucho más contento…
El niño se queda pensativo, quizá cavilando acerca de los últimos días en que mamá había estado especialmente nerviosa. Así rompe el silencio:
– Mamá y si es tan bueno confesarse…¿por qué no te confiesas todos los días?
(Oído a Don Álvaro del Portillo)