El corazón del hombre jamás se cansa de latir al ritmo que le marca el amor del otro corazón que late en su misma sintonía. No hay distancias, ni barreras, ni imposibles cuando dos corazones vibran en la nota más alta de un amor pleno sin condiciones y sin límites, porque solo les mueve, impulsa y anima la felicidad del otro. Un corazón así, que solo ama por amar y con el único fin de inundar de felicidad a la persona amada, nunca envejece porque ya vive en otra dimensión imperecedera, la misma eternidad.
Nada, excepto el amor, es la máxima plenitud del ser humano, que jamás ama lo suficiente salvo que ame demasiado, que ame sin medida.
¿Será verdad que sólo vivimos y tenemos el tiempo que amamos?
El amor no es más que la voluntad de hacer feliz a quien también desea nuestra felicidad, porque amar es sintonizar dos corazones en un solo latido de mutua entrega y amor.
Bernabé Tierno