Llevamos el Cielo
Es claro que nos sentiríamos dichosos si hubiéramos podido como los pastores de Belén, acudir al Portal a adorar al Niño, y que si la Virgen María lo hubiera puesto en nuestros brazos, habríamos saltado de gozo; nos parecería el Cielo.
Al Cura de Ars se debe este pensamiento.
Si después de haber comulgado, al retirarnos del templo, alguien nos dijera:
¿qué llevas a tu casa?,
bien podríamos responderle:
«Llevo el Cielo».
Al retirarnos del altar somos tan felices como lo habrían sido los Reyes Magos si después de adorar al Niño hubiesen podido llevárselo consigo.
Tenemos motivos para estar agradecidos.