Estamos gobernados por demagogos que son como el perro del hortelano que ni duerme ni deja dormir…
Demagogos, como los griegos, no interesados en diagnosticar certeramente, ni solucionar. Sólo en mantenerse en la cresta de la ola del poder: en marear con palabras huecas que hacen decir lo que no dije y juzgan mal sin decirlo… No quieren foros de discusión, por que en el fondo el argumento les importa un rábano. Se atrincheran en sus consignas e insultan a cualquiera que se les oponga ideológicamente. Son dictadores, asesinos de la verdad.
Lo «políticamente correcto» no es otra cosa que demagogia: tergiversación, uso inapropiado de palabras en relación con conceptos.
Veamos un ejemplo de cómo les funciona la lógica en esta pieza literaria que cambia las palabras convirtiendo a los contenidos en puras mentiras.
Esto es UN EJEMPLO DE CENSURA DE HACE AÑOS PERO QUE TIENE RELEVANCIA EN LA ACTUALIDAD (SIEMPRE ES IGUAL).
He revisado este manifiesto que publica El País y, contra lo que cabía esperar tras leer el contenido del ladrillo documento revolucionario, resulta que no figuran entre sus promotores nuestros camaradas del Movimiento Stalin Vive. Y eso que el manifiesto lo tiene todo para hacernos reír provocar entusiasmo entre los enemigos del capitalismo y de la democracia liberal y los dinosaurios valientes camaradas que abogan por un Socialismo del Siglo XXI que acabe con ese principio democrático cuento burgués de los derechos humanos, empezando por la propiedad privada.
Los firmantes de este panfleto liberticida documento revolucionario afirman que el reciente Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet hay mucha gente que “lo suscribe sólo para oponerse al gobierno de Zapatero desde la derecha más montaraz”. Algo que considerarán censurable no sólo porque Zapatero se considera “rojo” y como talla extrema izquierda la vanguardia revolucionaria suele salir en su defensa, sino también porque esa derecha estaría ilegalizada y sus miembros recluidos en un gulag en todo buen régimen socialista.Estos dinosaurios comunistas valientes herederos de Lenin aún sostienen recuerdan que “el motor de la historia” es “la titularidad de los medios de producción”. Y mientras se inventan la encuesta que respalde su afirmación como bien decía el camarada Lenin -”una mentira repetida muchas veces se convierte en una gran verdad”-, sus firmantes consideran que “una gran mayoría de ciudadanos está a favor de repartir entre todos la riqueza de la que se apropian empresas como el Banco de Santander, Repsol o Telefónica”, sin importarles la ruina que eso conllevaría a la ya deteriorada economía española una afirmación que complace a cualquier buen marxista, que es lo que importa.También defienden la estatalización de Internet, es decir, que la Red pueda ser sometida al control del gobierno y se encarguen de gestionarla funcionarios, que son la verdadera alma de un buen estado socialista. Eso permitiría a un gobierno deseoso de silenciar a los discrepantes inspirado por los ejemplos de Lenin y Stalin, liquidar de la Red a todos los disidentes sucios elementos neoliberales, megacapitalistas, hiperconservadores, sionistas y ultracatólicos, y también a la izquierda más moderada burguesa, todo en aras del principio de la salud moral del pueblo, un pretexto totalitario argumento sabiamente utilizado por el camarada Hugo Chávez en Venezuela para recortar el precepto democrático ese estúpido dogma liberal de la libertad de expresión. Y es que,como ya dijo Lenin, “libertad, ¿para qué?”Lo único que me hace sospechar que este manifiesto sea una broma de mal gusto un montaje capitalista es que el documento sale publicado en un periódico de la izquierda burguesa, propiedad de un grupo de comunicación que sigue al pie de la letra los cánones de la propiedad capitalista. En este sentido, sugiero que el Movimiento Stalin Vive no se adhiera al manifiesto hasta que sus firmantes acepten incluir como colofón del mismo una última frase: “¡colectivización de PRISA, ya!”Artículo relacionado Una sucia referencia capitalista:- La extrema izquierda se desmarca del manifiesto contra el cierre de webs, por Daniel Rodríguez Herrera