«La gente que se tiene por espiritual suele ser más tentada que otra en esto de juzgar y calificar a otros, que parece quieren cumplir lo que el Apóstol San Pablo dijo en otro sentido: «El varón espiritual juzga todas las cosas» (I Cor, 2,15). Parécelos a éstos que ven en sí dones de Dios, y habiendo de ser con esto más humildes, se desvanecen con ellos y piensan que son algo, y a respecto suyo tienen en poco a los otros, cuando los ven que andan menos recogidos o más ocupados y divertidos en cosas exteriores, y de aquí les viene un espíritu reformativo de vidas ajenas, olvidándose de sí mismos.»
(P. Alonso Rodríguez, “Ejercicios de perfección y virtudes cristianas”)