Yo quisiera saber
cuándo en la vida
es legítimo decir:
«no puedo más».
Cuándo la última fuerza
de que el cuerpo es capaz,
cuándo el esfuerzo límite
y el cansancio final,
cuándo el deber pararse
y tener la humildad
de decir: «sigue tú,
que yo no puedo más».
Porque decirlo es fácil
¿pero será verdad
que es la medida máxima de lo que puedo dar?
El borrico no sabe:
lo suyo es la tenaz
fatiga de las cuestas,
y el dejarse llevar…