«Os pido que me améis con el mismo amor con que yo os amo. Esto no me lo podéis hacer, porque yo os amé sin ser amado. Todo el amor que me tenéis es un amor de deuda, no de gracia, ya que estáis obligados a hacerlo, mientras que yo os amo a vosotros con amor de gracia, no de deuda. Vosotros, pues, no podéis darme el amor que yo os pido. Por eso he puesto a vuestro lado a vuestro prójimo: para que le hagáis a él lo que no podéis hacerme a mí, o sea amarlo sin tener en cuenta mérito y sin esperar de ello ningún provecho. Y yo considero como hecho a mí lo que le hagáis a él»