«Mi padre no me deja ir a Londres…»
Me contaba Pedro, una mole de 15 años, que su padre le había denegado permiso para asistir a un ansiado viaje. Le comenté que cuando se le pasara «el morrito» a su padre («morrito» en el sentido de actuación pasajera causada por un altibajo de carácter) que se lo preguntara otra vez; me dijo que su padre no tenía «morritos». Que al contrario siempre utilizaba cada asunto de la vida para darle una enseñanza imperecedera. Y soy testigo de que Pedro, ese jugador de rugby, con sus decisiones algunas equivocadas, ninguna MUY equivocada) crece recto y derecho; en el futuro será un hombre de bien.
Continúa la anécdota…
Lección de un padre a su hijo.
Un padre y su hijo caminaban juntos. Pasaron bajo un castaño y el niño tomó una castaña del suelo.
– ¡Qué feo! pincha y no me sirve para nada.
El padre lo levantó nuevamente , lo abrió lentamente y le dijo:
– Verás qué buen fruto – dijo
Sacó de adentro de esa coraza llena de pinchos y desagradable una magnífica castaña. luego le dijo: lo importante no es la envoltura, sino el interior; hay que saber descubrirlo.