Luego vi aparecer por el extremo del valle un monstruo, el más feo y deformado animal que en la tierra se haya podido ver.
Y se acercaba cada vez más y más a nosotros. Todos estábamos llenos de terror.
Y en ese momento el globo luminoso se colocó en medio entre el monstruo y nosotros, para impedirle que nos hiciera daño.
Y se oyó por los cielos aquella frase de la Sagrada Escritura: “No puede haber entendimiento entre Cristo y Satanás, entre el hijo de la luz y los hijos de las tinieblas” (2 Cor. 6,15). Al oír estas palabras me desperté.
Yo me sentía muy consolado al ver cuán grande es el número de mis discípulos que implorar la misericordia de Dios, pero sentí también una profunda tristeza al constatar que son muchos los orgullos y duros de corazón que no suplican la misericordia a Nuestro Señor, y que resisten a las llamadas que les hace la gracia de Dios para que mejoren su comportamiento, y siguen con el alma muerta por el pecado y con el espíritu paralizado por sus maldades.
Ya he avisado a algunos para que no abusen de la misericordia de Dios y para que no sean motivo de secándolo y mal ejemplo para los demás.
Y es necesario que todos recordemos la frase que se oyó en el sueño: “No puede haber entendimiento entre Cristo y Satanás, entre los hijos de la luz y los hijos de las tinieblas”.
Nada de colaboración con los malos, si queremos que el monstruo que es el pecado, no nos destroce.
Y no olvidemos aquello que decía el apóstol Santiago: “Dios resiste y rechaza a los orgullos, pero a los humildes les da su gracia y protección”.
Nota: Puede ser éste un mensaje del Cielo para recomendar que imploremos mucho la misericordia de Dios y que para vernos libres de ese monstruo que es el pecado roguemos mucho a la Divina Misericordia del Señor que nos proteja.