Mi Querido/a,
Han pasado días, semanas y meses desde que partiste, pero la huella de tu ausencia sigue siendo tan profunda como el día en que nos dejaste. La falta que dejas en mi vida es un vacío que nada puede llenar. Extraño tus risas, tus consejos sabios y la calidez de tu presencia.
Recuerdo con cariño los momentos compartidos, las risas compartidas y los abrazos reconfortantes. Tu partida dejó un espacio que nadie más puede ocupar. Sin embargo, encuentro consuelo en los recuerdos preciados que atesoro, aquellos que mantienen viva tu presencia en mi corazón.
A pesar de la tristeza que siento por tu partida, sé que estarías deseando verme sonreír de nuevo. Por eso, me esfuerzo por recordar los momentos felices que compartimos y por mantener vivo tu legado de amor y bondad.
Aunque ya no estés físicamente a mi lado, tu influencia en mi vida sigue siendo una guía. Tus enseñanzas y tu amor perdurarán mientras yo viva. Prometo honrar tu memoria y llevar conmigo las lecciones que me enseñaste.
Descansa en paz, sabiendo que siempre serás recordado con amor, gratitud y profunda admiración.
Con amor eterno.