He tenido el don de haber conocido a tres santos: a san Josemaría, al Siervo de Dios Juan Pablo II y a la Beata Madre Teresa. Para mí ha sido inevitable preguntarme si estas personas tan distintas tienen algo en común. La conclusión a la que he llegado es que lo común era el buen humor, un buen humor extraordinario, contagioso, que hacía reír hasta en ocasiones en las que parecía obligado llorar. Ese buen humor no era producto de una psicología festiva, sino que se apoyaba en algo mucho más consistente, que permea el carácter humano, convirtiendo al hombre en sembrador de alegría. Quien cree que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza no tiene motivo nunca de perder el buen humor. Ésa es la seguridad que no puede faltar en un cristiano que realiza su misión en el mundo de hoy, convencido de que el final es un happy end.
(Conferencia de Joaquín Navarro Valls)