“Hay dos cosas que es necesario extirpar: el mal humor y la melancolía. El mal humor se origina en las pequeñas contrariedades de la jornada. En un corazón demasiado susceptible, que todo lo toma a mal, que siempre se está quejando, que no sabe reír, perdonar ni hacer la vista gorda cuando es necesario. ¡Fuera con el mal humor! Es una plaga del alma. Hay que echarlo fuera, y además ya desde el principio, tan pronto se presente, inmediatamente. El otro enemigo de la alegría es la melancolía. Una fuerza oscura y poderosa, que turba nuestra alma cuando la dejamos que crezca. Pero es posible domeñarla, créeme. ¡Es posible! Pero con una condición: tan pronto aparezca, hay que combatirla inmediatamente, tal y como acabamos de decir. ¡Inmediatamente, sin jugar con ella! Si dejas que anide y tome cuerpo en tu interior, ya no podrás quitártela de encima en todo el día, y quizá te dure incluso varios días”.