Una excursión. Dos hermanos jóvenes y dos manzanas para comer.
El mayor piensa qué manzana escogerá.
Piensa también en darle una «charla» al pequeño de lo importante que es pensar en los demás… de que a todo el mundo le gusta lo bueno; que la caridad manda dar a los demás lo mejor…
Pero no dice nada. Sólo toma la peor manzana.
Eso valió al pequeño mucho más que un sermón.