Las desgracias no vienen solas. La cruz inesperada. Actitud de no protestar Publicado en «Ya» el 22 de octubre de 1997. A su vez, «Ya» lo tomó del nº 282 de la revista «Aseguradores». Se trata del relato que un obrero de la construcción, de nacionalidad extranjera, hizo para su mutua, después de sufrir un accidente laboral. Y, aunque parece el guión de una aventura del Coyote y Correcaminos, aseguran que es totalmente cierto:
«Excelentísimos señores: soy asentador de ladrillos. El pasado día 8 de junio estaba trabajando solo en el tejado de un edificio de seis pisos. Cuando acabé mi trabajo verifiqué que me habían sobrado, más o menos, 250 kilos de ladrillos. En vez de llevarlos a mano para abajo, decidí colocarlos dentro de un bidón y con la ayuda de una roldana, que felizmente estaba fijada en uno de los lados del edificio en el sexto piso, hacerlos descender. Descendí y até el bidón con una cuerda y me fui hacia el tejado. Empujé el bidón hacia arriba y coloqué los ladrillos dentro. Volví para abajo, desaté la cuerda y la aseguré con fuerza, de modo que los 250 kilos de ladrillos descendieran despacio.
Como yo sólo peso 80 kilos, cuál fue mi sorpresa cuando repentinamente me elevé del suelo, perdí mi presencia de ánimo y me olvidé de soltar la cuerda. No es necesario decir que fui izado del suelo a gran velocidad. En las proximidades del tercer piso, choqué contra el bidón que descendía, lo que explica la fractura de cráneo y la clavícula partida. Continué subiendo a una velocidad ligeramente menor, no parando hasta que mis dedos quedaron enganchados en la roldana. Felizmente ya había recuperado mi presencia de ánimo y conseguí, a pesar de los dolores, seguir agarrado a la cuerda. Más o menos al mismo tiempo, el bidón con los ladrillos cayó al suelo y el fondo se partió. Sin los ladrillos el bidón pesaba más o menos 25 kilos.
Como pueden imaginar, comencé a descender rápidamente. Cerca del tercer piso me encontré con el bidón que subía, lo que explica la fractura de los tobillos y las laceraciones en las piernas y la banda inferior del cuerpo. Al encontrarme con el bidón, disminuyó la velocidad de mi descenso lo suficiente como para minimizar mis sufrimientos cuando caí encima de los ladrillos.
Felizmente sólo me fracturé tres vértebras. Lamento, sin embargo, informar que cuando me encontraba caído encima de los ladrillos, con dolores e incapacitado para levantarme, se me vino el bidón encima, perdí nuevamente la presencia de ánimo y solté la cuerda. El bidón pesaba más que la cuerda, entonces descendió y cayó encima de mis piernas. Este hecho me provocó la fractura inmediata de ambas extremidades. Espero haber dado información detallada de la forma en la que sucedió el accidente».