El 8 de enero de 1869 hablo así nuestro Santo: Soñé que llegaban dos personajes. El uno traía en la mano un farol y el otro unas hojas escritas. Me invitaron a subir a los dormitorios y se detenían a los pies de cada cama. El del farol iluminaba el rostro del que allí dormía y el de las hojas colocaba en la sobrecama una hoja donde estaba escrito el número de años que a cada durmiente le quedaban de vida.
La narración de este sueño causó enorme impresión y fueron muchos los que se acercaron a pedirle datos acerca de los años de vida que les quedaban. Uno de ellos fue el fundador de los salesianos en Colombia, el Padre Rabagliatti.
Muchas otras veces Don Bosco fue en sueños a los dormitorios. A veces veía una espada colgada sobre la cabeza de algún alumno, señal de próxima muerte. En la cama de muchos alumnos veía un cartel donde estaban escritos sus pecados, o una palabra que indicaba su falta principal. Por eso muchas veces en la confesión, él les decía: – ¿Quieres decir tú los pecados, o te los digo yo? Y los jóvenes se quedaban maravillados al constatar que les decía con impresionante exactitud las faltas que habían cometido.