Se cuenta que Santo Tomás estaba un día leyendo en el refectorio, y en un momento determinado el superior le interrumpió, corrigiéndole algo que al parecer había leído o pronunciado mal. Sto. Tomás rectificó. Y al terminar la comida se le acercaron algunos para decirle que por qué había rectificado, que él lo había leído bien. Y Sto. Tomás les contestó:
-Más vale tener un fallo en la gramática que en la obediencia y la humildad.