“Tenemos en Jesucristo tres fuentes de gracias. La primera es de misericordia, en la que nos podemos purificar de todas las manchas de nuestros pecados (…). La segunda fuente es de amor; quien medita en los sufrimientos e ignominias de Jesucristo por nuestro amor, desde el nacimiento hasta la muerte, es imposible que no se sienta abrasado en la feliz hoguera que vino a encender por la tierra en los corazones de todos los hombres (…). La tercera fuente es de paz; quien desee la paz del corazón venga a mi, que soy el Dios de la paz.”