Consejos que Sancho da a D. Quijote, que cabalga ensimismado por las desdichas del encantamiento de su señora Dulcinea, transformada en aldeana:
“Estos pensamientos le llevaban tan fuera de sí que sin sentirlo soltó las riendas a Rocinante, el cual, sintiendo la libertad que se le daba, a cada paso se detenía a pacer la verde yerba de que aquellos campos abundaban. De su embelesamiento le volvió Sancho Panza diciéndole:
“Señor, las tristezas no se hicieron para las bestias, sino para los hombres, pero si los hombres las sienten demasiado, se vuelven bestias: vuestra merced se reporte, y vuelva en sí, y coja las riendas a Rocinante, y avive y despierte, y muéstrese como los caballeros andantes. ¿Qué diablos es esto? ¿Qué decaimiento es éste? ¿Estamos aquí o en Francia?”.