Era sábado. Como cada vez que viajaba a León, Carlos se va a despedir de la Virgen. Le gustaba León por que era seca y menos caliente que Valencia. Carlos es tetrapléjico debido a una atrofia muscular progresiva e incurable. Hace poco cumplió los 18: su madre, ahora con hernia de disco y canosa, ha sobrellevado estos cinco años de enfermedad y nunca pensó que llegaría cumplir los 18.
Carlos está mal; inspira con dificultad y usa respiración asistida cada dos horas. Ayer Carlos era feliz: cuando le pidió ayuda a la Virgen (protección y amparo) ella le mandó a alguien. Se le presentó allí, en la Basílica de La Virgen. Le dijo: – Tienes que ser muy útil: vengo a prepararte. No le iba a dar ni dinero ni bienes. Sólo una visión positiva (sabiendo que Dios tiene mucho que ver en nuestro destino) y un apoyo moral. Ayer Carlos confesó y recibió su Primera Comunión. Lo hizo en la intimidad de su cuarto. Con la unción y alegría del que recibe a su mejor amigo.
Luego, con ese brillo en los ojos, le prometió que si ella quería el lucharía por ser un santo.