El maravilloso poder de la conciencia
La conciencia es muy poderosa. Es un arma con la que contamos los que buscamos, encontramos y amamos la Verdad. Es nuestro mejor aliado. La conciencia da mucho que pensar, mucho que sentir, sobre todo por que más se nota cuando uno cambia de orientación: si uno actúa siempre mal, acaba matando la voz de su conciencia. Pero es imposible actuar siempre mal: hay veces en que uno decide actuar bien. Es entonces cuando salta la alarma y la conciencia se incendia: qué desastre se ve cuando la vocecilla juzga todo lo mal hecho o lo mal acabado. También ocurre lo contrario: es el caso del que siempre ha intentado hacer las cosas bien y, en contra de los dictados de su conciencia, actúa un día mal. Es entonces el momento de la rebelión interna de la conciencia, hasta entonces siempre satisfecha con la forma de actuar de su «dueño»: No cesa de dar la lata, hasta que lo consigue.
Hay casos en que uno logra matar al hombrecillo que chilla (la conciencia), pero se obliga a actuar mal siempre, se ata al mal. Sigue un ejemplo jocoso.
Continúa con la anécdota…
La Conciencia, el Abogado y el cirujano
En una ocasión cenaba el escritor inglés Bernard Shaw, con dos amigos, un cirujano y un abogado. El abogado quiso probar la admirable capacidad creativa del escritor, y lo retó:
-A que no serías capaz de inventar un cuento protagonizado por un cirujano y un abogado?
-A que sí. Verás:
Un cirujano abrió a un enfermo. No le encontró ningún órgano dañado, pero para justificar la operación, le extirpó la conciencia. Así le pudo cobrar sin remordimiento. El enfermo sanó, pagó al cirujano y, ya sin conciencia, se hizo abogado y ganó mucho dinero.