Se encuentran un inglés, un alemán y un español en una cafetería y toman unas copas juntos.
De repente el inglés le dice a los otros:
– Oye, ese de ahí de enfrente es igualito a San Pedro.
-Bah, que va a ser San Pedro.
-Que sí, que sí. Pero si es igualito. La barba, la túnica… ¡Ese de ahí es San Pedro seguro!
Se levanta el inglés, se dirige hacia el hombre de la mesa y tanto le insiste que ya el hombre le susurra al inglés:
-Mira, efectivamente soy San Pedro, pero por favor habla bajito y no se lo digas a nadie porque me vas a formar un escándalo impresionante en la cafetería. Como los demás se enteren verás…
El inglés loco de alegría le dice:
– Tengo una lesión en la rodilla que me hice de pequeño haciendo deporte. Por favor, cúrame.
San Pedro le pone la mano sobre la rodilla y le cura.
Y el inglés se va a su mesa y, claro, se lo cuenta todo al alemán y al español.
Se levanta el alemán y va corriendo hasta la mesa de San Pedro y le dice:
-Oye, que me ha dicho mi amigo que tú eres San Pedro. Tengo un ojo de cristal, por favor cúrame.
San Pedro le pone la mano en el ojo y se lo cura.
Entonces el alemán se va su mesa y se lo cuenta a sus amigos.
Continúa con la metáfora…
San Pedro empieza a pensar que en breves instantes aparecerá por allí el español queriendo, como todos, que le haga algún milagro, pero el tiempo pasa y el español no va.
Y entonces San Pedro, ya mosqueado y picado por la curiosidad, se levanta y se va hacia la mesa donde están los tres y poniéndole una mano en el hombro al español le pregunta:
– Oye, ¿tú por qué no…?
Y el español salta de la silla y apartándose violentamente le dice:
-¡¡¡¡EH, EH, EEEHHHH!!!! ¡¡¡¡SIN TOCAR QUE ESTOY DE BAJA!!!!!!!!!!!!!