“Si queréis desarraigar la soberbia de vuestro corazón y alcanzar la virtud de la humildad, no la habéis de tomar en general (…). Mirad en qué soléis principalmente sentir falta de humildad y tener soberbia, y de eso comenzad:
1º- No hablar palabras que puedan redundar en nuestra alabanza y estima.
2º- No oigamos de buena gana que otro nos alabe y diga bien de nosotros.
3º- No hacer cosa alguna por ser vistos y estimados de los hombres.
4º- No excusarnos.
5º- Cortar y cercenar pensamientos de soberbia.
6º- Tenerlos a todos por superiores.
7º- Llevar bien todas las ocasiones que se os ofrecieren de humildad.
8º- Hacer algunos actos y ejercicios de humildad”.
(P. Alonso Rodríguez, “Ejercicios de perfección y virtudes cristianas”)