“Dice S. Bernardo: Nunca afirméis ni neguéis con demasiada aseveración y certidumbre lo que sabéis, sino decidlo siempre con un poco de sal y gracia de alguna duda; como diciendo: pienso que es así, o, si no me engaño, así es; parece que lo he oído decir. Si esto se sabe hacer, con discreción, es un modo de hablar modesto, humilde y religioso y de un hombre que no está fiado de sí, ni de su propio parecer, como no lo ha de estar el que es humilde. Y por eso hablaban los Santos de esa manera, porque eran muy humildes no se fiaban de sí. De Sto. Domingo se cuenta que cuando le preguntaban qué hora es, nunca respondía determinadamente: son las 8 ó las 9, sino: serán como las 8 o como las 9. Y preguntado por qué respondía así, dijo: Porque de esa manera estoy seguro de no decir mentira, ahora haya dado la hora, ahora esté por dar”.
(Alonso Rodríguez, “Ejercicios de perfección y virtudes cristianas”)