“Preguntado uno de aquellos Padres antiguos cómo podría uno alcanzar la verdadera humildad, respondió: El que aparte los ojos de las faltas ajenas y los pusiere en las suyas propias, cavando y ahondando en su propio conocimiento, ése alcanzará la verdadera humildad.”
(Alonso Rodríguez, “Ejercicios de perfección y virtudes cristianas”)