D. Álvaro recibió en Aralar a Javier Iriarte, enfermo. Javier le llevó unas cosas en una bolsa de una tienda de Bilbao. D. Javier, que ya en Roma se metía con Javier Iriarte, por ser de Madrid y del Madrid, al ver la bolsa le llamó la atención al Padre y le sugirió que, llevando tiempo en Bilbao, le tendrían que hablar continuamente de humildad. El Padre (D. Álvaro), como hacía en Roma, le defendió diciendo a D. Javier: ¡Calla, Javi, que tú eres vasco por los cuatro costados!
“Os aseguro que rectificar quita lo agrio del alma”