Diligam te, Domine, fortitudo mea!
Te amo, Señor, porque eres mi fortaleza: quia tu es, Deus, fortitudo mea.
¡Descanso en Ti!
¡No sé hacer ninguna cosa, ni grande ni pequeña -no hay cosas pequeñas, si las hago por Amor- si Tú no me ayudas! Pero si pongo buena voluntad, el brazo poderoso de Dios vendrá a fortalecer, a templar, a sostener, a llevar aquel dolor: y ese peso ya no nos abruma.
San Josemaría