Ante la duda, un abrazo.
Conocí a un médico que recibía saludos de muchos. Cuando dudaba de quien era el que le saludaba, él enseguida daba un abrazo.
Vale la pena ver un amigo, mientras no se demuestre lo contrario, en cualquiera que se acerca. Nos equivocaremos alguna vez. Pero más nos equivocaremos si en todos vemos enemigos.
Además, el que se encuentra tratado como amigo, siente deseos de portarse como tal.
Continúa con una anécdota de la vida misma que se titula todos son amigos…
Todos son amigos.
Un sacerdote sacó el carnet de conducir, después de varios intentos, cuando ya casi tenía setenta años.
Conducía, pero fatalmente. Le tocaban el claxon los que iban detrás, los que venían de frente y hasta los que salían por los lados. Y él, optimista hasta la médula, comentaba con el valiente y arriesgado compañero de viaje:
– Hay que ver cuanta gente me conoce y me saluda. Pero yo, cuando voy conduciendo, no saludo a nadie.
Agustín Filgueiras