Ricardo Blanco-Argibay, conocido popularmente como «Capitán Blanco Argibay», fue sorprendido por el golpe de Estado de 1936 mientras se encontraba en Sevilla. Desde allí, se unió de inmediato al frente de combate, ganándose el apodo de «el soldado que ora». Resultó herido en el Cerro de los Ángeles (Madrid) tras evitar una emboscada de las tropas republicanas a sus compañeros mientras dormían. Él logró evitar el ataque debido a que, rezando en la capilla, se había quedado allí dormido. Tras una recuperación parcial de sus heridas, regresó a la Legión, donde finalmente encontró la muerte en la batalla del Ebro.