Después de varios años de matrimonio descubrí una nueva manera de mantener viva la chispa del amor. Desde hace poco había comenzado a salir con otra mujer, en realidad habia sido idea de mi esposa.
-Tu sabes que la amas -me dijo un día-, tomándome por sorpresa
-La vida es muy corta, dedícale tiempo.
-Pero yo te amo a tí, protesté.
-Lo sé. Pero también la amas a ella.
-La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hace unos años, pero un poco la distancia, las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo la visitara muy ocasionalmente.
-Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre? ¿Estas bien? me preguntó.
-Mi madre es el tipo de mujer para quien una llamada tarde, en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar un buen rato contigo, le respondí. ¡Los dos solos!.
-¿Que opinas?.
-Reflexionó sobre ello un momento.
-Me gustaría muchísimo, dijo.
-Ese viernes mientras conducía para recorgerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede una cita… y , cuando llegué a su casa, vi que ella también estaba muy emocionada!.
-Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
-Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas -me comentó mientras subía a mi auto- . No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
-Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera «La Primera Dama de la Nación».
-Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras.
-Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi mamá esta sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba.
-Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
-Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?
-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor, respondí.
-Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día uno con la vida del otro.
-Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
-Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre cuando la llevé a su casa, asentí, la besé, la abracé.
-¿Cómo estuvo la cita?, quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
-Muy agradable, gracias, Mucho más de lo que imagine, le contesté.
-Días mas tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo y una nota que decía:
-«La cena está pagada por anticipado, pero como temía no pder estar allí, igual pagué para dos, para ti y tu esposa, no sé si podrás entender lo que la otra noche significó para mi. ¡Te amo!.
-En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo «TE AMO» y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar.
-Tu sabes que la amas -me dijo un día-, tomándome por sorpresa
-La vida es muy corta, dedícale tiempo.
-Pero yo te amo a tí, protesté.
-Lo sé. Pero también la amas a ella.
-La otra mujer a quien mi esposa quería que yo visitara, era mi madre, viuda desde hace unos años, pero un poco la distancia, las exigencias de mi trabajo y mis hijos hacían que sólo la visitara muy ocasionalmente.
-Esa noche la llamé para invitarla a cenar y al cine.
-¿Qué te ocurre? ¿Estas bien? me preguntó.
-Mi madre es el tipo de mujer para quien una llamada tarde, en la noche o una invitación sorpresiva es indicio de malas noticias.
-Creí que sería agradable pasar un buen rato contigo, le respondí. ¡Los dos solos!.
-¿Que opinas?.
-Reflexionó sobre ello un momento.
-Me gustaría muchísimo, dijo.
-Ese viernes mientras conducía para recorgerla después de mi trabajo me encontraba nervioso, era el nerviosismo que antecede una cita… y , cuando llegué a su casa, vi que ella también estaba muy emocionada!.
-Me esperaba en la puerta con su viejo abrigo puesto, se había rizado el pelo y usaba el vestido con el que celebró su último aniversario de bodas, su rostro sonreía, irradiaba luz como un ángel.
-Les dije a mis amigas que iba a salir con mi hijo y se mostraron muy emocionadas -me comentó mientras subía a mi auto- . No podrán esperar a mañana para escuchar acerca de nuestra velada.
-Fuimos a un restaurante no muy elegante, pero si muy acogedor, mi madre se aferró a mi brazo como si fuera «La Primera Dama de la Nación».
-Cuando nos sentamos tuve que leerle el menú. Sus ojos sólo veían grandes figuras.
-Cuando iba por la mitad de las entradas, levanté la vista; mi mamá esta sentada al otro lado de la mesa y sólo me miraba.
-Una sonrisa nostálgica se le delineaba en los labios.
-Era yo quien te leía el menú cuando eras pequeño ¿Recuerdas?
-Entonces es hora de que te relajes y me permitas devolver el favor, respondí.
-Durante la cena tuvimos una agradable conversación, nada extraordinario, sólo ponernos al día uno con la vida del otro.
-Hablamos tanto que nos perdimos el cine.
-Saldré contigo otra vez, pero sólo si me dejas invitar, dijo mi madre cuando la llevé a su casa, asentí, la besé, la abracé.
-¿Cómo estuvo la cita?, quiso saber mi esposa cuando llegué aquella noche.
-Muy agradable, gracias, Mucho más de lo que imagine, le contesté.
-Días mas tarde mi madre murió de un infarto masivo, todo fue tan rápido, no pude hacer nada. Al poco tiempo recibí un sobre del restaurante donde habíamos cenado mi madre y yo y una nota que decía:
-«La cena está pagada por anticipado, pero como temía no pder estar allí, igual pagué para dos, para ti y tu esposa, no sé si podrás entender lo que la otra noche significó para mi. ¡Te amo!.
-En ese momento comprendí la importancia de decir a tiempo «TE AMO» y de darles a nuestros seres queridos el espacio que se merecen; nada en la vida será más importante que Dios y tu Familia, dales tiempo porque ellos no pueden esperar.