Walter Mischel, sociólogo de la Universidad de Standford, realizó una prueba a unos niños y niñas de 4 años.
Los llevó a una habitación donde había un delicioso bombón de chocolate encima de la mesa, y dijo a cada uno: “puedes comerte el bombón ahora, pero si esperas para comértelo a que yo vuelva de un recado, te daré dos bombones”.
Resultado: uno de cada tres niños no pudo resistir la tentación y se comió inmediatamente el bombón. Otra tercera parte esperó un poco, pero cedió. El otro tercio dominó valientemente el impulso de comerse el dulce; supo esperar y recibió los dos bombones.
Catorce años más tarde, los que fueron niños impulsivos a los 4 años se habían convertido en jóvenes problemáticos. Los que habían sabido esperar estaban más capacitados para enfrentarse a las frustraciones, eran más resistentes a la presión, más autónomos, y seguían mostrándose capaces de diferir las recompensas en beneficio de sus objetivos.
(Del Calendario del Mensajero del Corazón de Jesús)