Confesión de niña
Debía de tener sólo seis años y fue a hacer su primera Confesión. Se llamaba Thérèse Martin; con el tiempo la conoceremos como Santa Teresa del Niño Jesús. En la catedral de Lisieux, ciudad a donde ya había ido a vivir la familia Martin, estaba sentado en un confesonario el sacerdote apellidado Ducellier, el cual abrió la ventanilla al notar que alguien se había acercado a recibir el sacramento, pero no vio a nadie. No vio a nadie, porque la niña era tan pequeña que no llegaba a esa altura. Tuvo que confesarse de pie.
Preparada cuidadosamente por su hermana Celina, se preguntaba si debería decir al sacerdote que le quería con todo el corazón, ya que él era el representante de Dios. De la alegría que le produjo la primera Confesión da buena fe esta anotación de la Santa: «A partir de entonces, volvía a confesarme en todas las grandes fiestas, y era para mí una verdadera fiesta cada vez que lo hacía».
Cfr. Mons. Guy Gaucher, Así era Teresa de Lisieux