Cuenta Tihamer Toht que cuando la escuadra americana se apoderó de Filipinas, ocurrió un hecho conmovedor. Frente a Manila estaba dispuesta la flota para la batalla. Ya iba a romper el fuego cuando a un marinero de servicio en el buque-insignia se le cayó la camisa al mar.
Pidió permiso para recogerla; se lo denegaron y se arrojó al agua. Creyeron todos que era un cobarde desertor. A los pocos minutos estaba de nuevo sobre cubierta pero lo arrestaron y después de la batalla, el tribunal militar le condenó a varios años de cárcel.
El general Dewey, que actuó de juez, preguntó al marinero cómo pudo hacer tal locura por una camisa de nada. El joven sacó una fotografía, y dijo solamente: !Mi madre! En el bolsillo de la camisa estaba el retrato de su madre.
D. Curri Roca