Tenía este modo de oración: que, como no podía discurrir con el entendimiento, procuraba representar a Cristo dentro de mí, y me hallaba mejor, a mi parecer, en las partes adonde le veía más solo. Me parecía que, estando solo y afligido, como persona necesitada, me había de admitir a mí.
En especial me hallaba muy bien en la oración del huerto. Allí era donde más le acompañaba. Pensaba en aquel sudor y aflicción que allí había tenido, si podía. Deseaba limpiarle aquel sudor tan penoso. Mas me acuerdo que jamás osaba determinarme a hacerlo, por la vergüenza que me producían mis pecados. Me estaba allí con Él lo más que me dejaban mis pensamientos, porque eran muchos los que me atormentaban.
Santa Teresa de Jesús