– Estaban un cura de Elche (D. Francisco el Obeso) y una señora hablando de cualquier cosa. Y una niña pequeña, de esa edad en la que continuamente te van dejando en evidencia, que sólo miraba fijamente a la «bartola» de D. Fco pensando qué sería aquella panza inmensa, oculta tras la sotana. En un momento de pausa en la conversación le preguntó a su mamá, mientras señalaba a la barriga de D. Fco.: – Mamá ¿qué es eso? La madre, pensaba una respuesta aunque le faltaba capacidad de reacción. D. Fco. Salvó el mal trago: – Ahí dentro tengo al niño Jesús, niña. Y eso calmó la curiosidad de la cría.
– Hablaban D. Fco y otra señora, un caluroso verano cerca de la piscina municipal de Elche. Seguramente hablarían de cosas estupendas, como de ir al cielo. Como la conversación se alargara más de la cuenta bajo el «lorenzo» (sol) estival la niña frunció el ceño, para mostrar enfado. D. Fco. le preguntó: – Pero Maite, ¿es que no quieres ir al cielo? La nena, agradecida de que le dieran vez, dijo: – No: donde yo quiero ir es a la piscina…
– Un niño Nigeriano, de Ibadan, discurría por su cuenta tratando de entender todo lo que le descubrían en la catequesis de 1ª Comunión de la parroquia. Salía, imaginando, por la calle con su madre y ésta se paró a hablar con Fr. Louis Muñoz, de aspecto venerable, grande y con el pelo totalmente blanco. El niño miraba a Fr. Louis con verdaderos ojos de plato, al ser uno de los pocos hombres blancos que conocía. Al cabo de un ratito, le pregunta a mamá bajito: Mamá, es este señor Dios Padre?