Habrá un día en que tenga la suficiente sabiduría para darme cuenta de cuál es la mejor manera de crecer.
Estoy atascado con los recuerdos del tiempo que había pasado. Pero si los entendiera bien, esto sería lo que se necesita para ser más grande que antes.
El día que sea viejo, mi orgullo será el mismo.
El día antes de mi último cumpleaños. Me preocupa saber si podré ver, oír, caminar y hablar el día después de mi próximo cumpleaños.
El día que sea viejo. Nadie puede cambiarlo. Soy así desde que nací. Esta es la realidad de mi vida y no quiero negarlo. Sin embargo, gracias Señor por tu increíble amor y misericordia hacia mí y la elección que hice. ¡Que nunca me abandones!
Tendré la edad suficiente para saber quiénes son mis hijos, pero no para perderme en su emoción.
Quiero llegar a un punto en mi vida en el que sienta que aferrarme al pasado no es una opción, en el que sea capaz de reconocer las experiencias tal y como vienen y como se van.
A medida que envejezca, los días serán más largos y las noches más cortas.
El día que sea viejo y me muera será igual que cualquier otro día. Voy a echar de menos todo lo relacionado con la vida: el sol, las nubes, los árboles y los caracoles. ¿Y sabes qué? No creo que nuestro tiempo en este mundo haya sido totalmente desperdiciado. Fue una buena vida y después mucho mejor, la eternidad con Dios.
El día de la vejez no es algo que haya que temer. Es un momento en el que puedes hacer balance, rendir homenaje a los que te han precedido y hacer lo que tienes que hacer. El futuro es brillante, y los días venideros lo serán aún más.
Cuanto más viejo me hago, más me doy cuenta de lo fácil que es dejarse llevar por mí mismo.
Soy lo suficientemente mayor para saber que la vida es imprevisible y a menudo muy difícil, pero soy lo suficientemente joven para sentirme agradecida por cada día.