Eclesiástico, 38
- Honra al médico por sus servicios, como corresponde, porque también a él lo ha creado el Señor.
- La curación procede del Altísimo, y el médico recibe presentes del rey.
- La ciencia del médico afianza su prestigio y él se gana la admiración de los grandes.
- El Señor hizo brotar las plantas medicinales, y el hombre prudente no las desprecia.
- ¿Acaso una rama no endulzó el agua, a fin de que se conocieran sus propiedades?
- El Señor dio a los hombres la ciencia, para ser glorificado por sus maravillas.
- Con esos remedios el médico cura y quita el dolor, y el farmacéutico prepara sus ungüentos.
- Así, las obras del Señor no tienen fin, y de él viene la salud a la superficie de la tierra.
- Si estás enfermo, hijo mío, no seas negligente, ruega al Señor, y él te sanará.
- No incurras en falta, enmienda tu conducta y purifica tu corazón de todo pecado.
- Ofrece el suave aroma y el memorial de harina, presenta una rica ofrenda, como si fuera la última.
- Después, deja actuar al médico, porque el Señor lo creó; que no se aparte de ti, porque lo necesitas.
- En algunos casos, tu mejoría está en sus manos,
- y ellos mismos rogarán al Señor que les permita dar una alivio y curar al enfermo, para que se restablezca.
- El hombre que peca delante de su Creador, ¡que caiga en manos del médico!