Fue por Navidad.
Nos hacemos regalos unos a otros recordando los regalos que le hicieron a Jesús cuando nació.
Aquella Navidad la madre decidió saltarse las prohibiciones -al niño ya se le bosquejaba un bigotillo- y pasar al contrato.
¿Qué joven de hoy en día, llegada una cierta edad, no ha implorado, suplicado y rogado que le compren un teléfono móvil? Ridículas parecen actualmente las inquietudes de los padres por comprar a sus hijos aquellos primeros Nokia que apenas podían enviar mensajes de texto y realizar o recibir llamadas. Ahora, cuando le compramos a un niño un teléfono móvil le estamos otorgando una ventana que da acceso a todo el mundo de internet.
Y le regaló un móvil bien (no lo último, porque no lo podía pagar) con una serie de limitaciones.
Es lo que llamó «El Contrato», que a su vez firmó el niño.
Un contrato que ofrecemos ahora…
Janell Hoffman era la madre de Greg Hoffman.
El niño, de 13 años, llevaba un año suspirando por un teléfono móvil. Rogaba, imploraba, suplicaba y nada obtenía. Hasta que, con motivo de las últimas Navidades, recibió su deseado iPhone.Sin embargo, el aparato no venía solo, sino acompañado de un contrato redactado por su madre: “¡Feliz Navidad! Ahora eres el orgulloso propietario de un iPhone. Eres un chico bueno y responsable de 13 años y te mereces este regalo. Pero con la aceptación de este presente vienen algunas reglas y regulaciones”.
La madre incluyó un contrato con 18 reglas a seguir si el chaval quería conservar su valioso móvil.
Estas son las normas dictadas por la progenitora:
1. Es mi teléfono. Yo pagué por él. Yo te lo presto a ti. ¿No soy la mejor?
2. Yo siempre conoceré la contraseña.
3. Si suena, cógelo. Es un teléfono. Di “hola”, haz gala de tus modales. Jamás ignores una llamada si en la pantalla se lee “Mamá” o “Papá”. Jamás.
4. Le darás el teléfono a uno de tus progenitores de inmediato a las 19h30 cada día de colegio y a las 21h el fin de semana. Estará apagado toda la noche y se volverá a encender a las 7h30. Si no harías una llamada al teléfono fijo de alguien, donde sus padres pueden contestar, tampoco llames o envíes mensajes con el móvil. Escuchas esos instintos y respeta a las otras familias como nos gusta que nos respeten a nosotros.
5. No irás al colegio con él. Conversa en persona con la gente a la que envías mensajes. *Los días de media jornada, las excursiones y las actividades extraescolares requerirán consideraciones especiales.
6. Si se cae en el baño, se golpea contra el suelo o se esfuma en el aire, eres el responsable de los costes de sustitución o reparación. Corta el césped, haz de canguro, ahorra dinero de tu cumpleaños. Si ocurre, tendrás que estar preparado.
7. No uses la tecnología para mentir, hacer tonterías o engañar a otro ser humano. No te involucres en conversaciones que sean dañinas para los demás. Sé un buen amigo.
8. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas nada a través de este medio que no dirías en persona.
9. No envíes mensajes, correos electrónicos o digas a alguien algo que no le dirías en voz alta y en presencia de sus padres. Autocensúrate.
10. Nada de porno. Busca en la web información que compartirías abiertamente conmigo. Si tienes alguna duda sobre algo, pregunta a una persona. Preferiblemente, a tu padre o a mí.
11. Apágalo, siléncialo, déjalo a un lado en público. Especialmente en restaurantes, en el cine o mientras hablas con otro ser humano. No eres una persona maleducada, no dejes que el iPhone cambie eso.
12. No envíes ni recibas imágenes de tus partes íntimas o de las partes íntimas de cualquier otra persona. No te rías. Algún día estarás tentado de hacerlo, a pesar de tu gran inteligencia. Es arriesgado y puede arruinar tu vida adolescente/joven/adulta. Es siempre una mala idea. El ciberespacio es vasto y más poderoso que tú. Y es difícil hacer que algo de esa magnitud desaparezca, incluyendo una mala reputación.
13. No hagas tropecientas fotos o vídeos. No hay necesidad de documentarlo todo. Vive tus experiencias. Quedarán registradas en tu memoria toda la eternidad.
14. Deja tu móvil en casa a veces y siéntete protegido y seguro de esa decisión. No está vivo ni es ninguna extensión de tu cuerpo. Aprende a vivir sin él. Sé mejor y más poderoso que FOMO [en inglés, siglas de “fear of missing out”, el miedo a perderse algo que está ocurriendo, a no estar siempre conectado].
15. Bájate música que sea nueva o clásica o diferente de la que millones de tus semejantes escuchan, que es siempre lo mismo. Tu generación tiene un acceso a la música mayor que cualquier otra en la historia. Aprovéchate de ese regalo. Expande tus horizontes.
16. Practica juegos de palabras, puzzles o rompecabezas de vez en cuando.
17. Mantén tus ojos arriba. Observa el mundo que sucede a tu alrededor. Mira por la ventana. Escucha a los pájaros. Date un paseo. Habla con un desconocido. Pregúntate sin buscar en google.
18. Te harás un lío. Te quitaré el teléfono. Nos sentaremos y hablaremos sobre ello. Volveremos a empezar. Tú y yo siempre estamos aprendiendo.
Estoy en tu equipo. Estamos juntos en esto.
Tras estas 18 directrices, la carta termina con el despido de la madre:
“Espero que puedas aceptar estos términos. Muchas de las lecciones aquí recogidas no se aplican sólo al iPhone, sino a la vida.
Estás creciendo en un mundo que cambia rápido. Es apasionante y tentador. Haz las cosas sencillas. Confía en tu poderosa mente y en tu gran corazón por encima de cualquier máquina.
Te quiero.
Espero que disfrutes de tu nuevo y espectacular iPhone.
¡Feliz Navidad!”.
Extraído de aquí