Una persona va al Cielo, y allí le hacen ver toda su vida como un paseo por una playa. Y observa que va dejando cuatro huellas, las dos suyas, y las dos de Jesús que va con él. Pero curiosamente, en los momentos de mayor dificultad de su vida, aparecen sólo dos huellas. Y él se dirige al Señor: no entiendo cómo precisamente en esos momentos más difíciles, cuando más te necesitaba, me dejabas solo. Y el Señor le responde: No, no te dejaba solo, en esos momentos te llevaba en brazos.