En el Cabañal de Valencia hay varios colegios que forman a gitanillos. Son asociaciones de Caridad. En ellos trabajan algunas oenegés, de universitarios, de «rojillos»… La más antigua es una de estas últimas.
En esta asociación el perfil de muchos voluntarios es «ser de izquierdas», estar por el aborto y coincidir con las vibraciones del 15M. Tienen en común tener un pasado entre turbulento y romántico, con cierto tinte anarquista. Por supuesto todos se mueven alrededor de santones, esto es al que se le ocurrió la idea.
Pero hay en ellas una gran dosis de buenismo: se puede decir que muchas las personas que dedican su tiempo a estos gitanillos son personas excelentes, que piensan en los demás. Ojalá esto les gane el cielo.
Para muchos católicos ir a Misa es todo, cosa que no debería ocurrir. Hace falta una vida «buena».
Ni debería tampoco pasarse como bueno eso de que es bueno pero no cree en Dios.
El que vive sin encontrar a Dios en su vida ha fallado en lo más importante. Aunque sea bueno.
El que cree que es bueno por sólo ir a Misa, puede que se equivoque: todavía debe encontrarse con Dios.
Esto dice el Papa Ratzinger del cómo encontrar a Dios (con motivo de un viaje a Alemania):
«Quizás me preguntaréis:
“¿Pero Dios, existe? Y si existe, ¿se ocupa verdaderamente de nosotros? ¿Podemos nosotros llegar hasta Él?”», planteó.
Y respondió: «Sí, es verdad: no podemos poner a Dios sobre la mesa, no podemos tocarlo como un utensilio o tomarlo en la mano como un objeto cualquiera».
Según el Pontífice, «debemos desarrollar de nuevo la capacidad de percepción de Dios, capacidad que existe en nosotros».
En su intervención para Wort zum Sonntag, explicó ya algunas maneras para llegar a Dios.
Intuir, escuchar y casi ver a Dios
«Podemos intuir algo de la grandeza de Dios en la grandeza del cosmos —explicó—. Podemos utilizar el mundo a través de la técnica porque éste está construido de manera racional». «En la gran racionalidad del mundo podemos intuir el espíritu del creador del cual proviene, y en la belleza de la creación podemos intuir algo de la belleza, de la grandeza y también de la bondad de Dios», añadió.
Prosiguió indicando que «en la Palabra de las Sagradas Escrituras podemos escuchar palabras de vida eterna que no vienen simplemente de los hombres, sino que vienen de Él, y en ellas escuchamos su voz».
«Y finalmente, vemos casi a Dios también en el encuentro con las personas que han sido tocadas por Él», destacó.
«No pienso sólo en los grandes: desde Pablo a la Madre Teresa pasando por Francisco de Asís; sino que pienso en tantas personas sencillas de las que nadie habla —añadió—. Sin embargo, cuando nos encontramos con ellos, de ellas emana algo de bondad, sinceridad, alegría y sabemos que ahí está Dios y que Él nos toca también a nosotros».
«Por eso, en estos días queremos empeñarnos en volver a ver a Dios, para volver nosotros mismos a ser personas por las que entre en el mundo una luz de la esperanza, que es luz que viene de Dios y que nos ayuda a vivir»